lunes, 28 de febrero de 2011

HISTORIA DEL INCIENSO

HISTORIA DEL INCIENSO

Violeta Paula Cappella de Aguerre


En todos los templos, a lo largo de milenios, los sacerdotes y maestros supieron utilizar el incienso para sahumar los espacios.

El incienso pertenece a la familia de la Boswellia; así tenemos en China, el uso de la Boswellia Sacra, en Abisinia, la Boswellia Papirifera; en la India, la Boswelia Serrata, en Medio Oriente y África del Norte, la Boswelia Carterii. La obtención de la gomorresina del incienso se realiza haciendo una incisión en los troncos de los árboles de la Boswellia, de esta manera la resina fluye, se seca al contacto con el aire y se forman entonces pequeños granos redondeados que son de una coloración amarilla pálida y opaca, de textura quebradiza y su diámetro no pasa los 2 cm. Cuando los granos entran en contacto con el fuego se derriten, exhalando así su exquisito aroma.

A cerca del nombre del incienso, los hebreos le llamaban LEBONAH, los griegos ”libanos”, los árabes LUBAN y los romanos “olibanum”; en todos los idiomas significa lo mismo, esto es: "blanco". Sin embargo nosotros le llamamos incienso, nombre que deriva del vocablo latino "incendoere", o sea: encender, quemar, incendiar, prender fuego, iluminar. Como sucede en muchos oficios, el perfumista, balsamero y ungüentario bien sabe cuando se trata de un verdadero perfume o esencia, sin base artificial o falsificación. Vale por lo tanto aclarar  que quienes desconocen cómo es el incienso utilizan muchas veces equivocadamente por ignorancia o engaño, Sabina Real (Juniperu Lycia o Juniperus Thurifera) proveniente de África y que por poseer trementina exhala un agradable perfume, pero, y como su nombre lo indica, no pertenece a la familia de la Boswellia, y por lo tanto, los efectos no serán los buscados por el magista, al utilizarse una gomorresina diferente. Así mismo se le llamó incienso a otras gomorresinas en algunas partes del mundo, veamos:

- al Ajenjo, en Andalucía,
- a la Artemisa Aragonensis en las Islas Canarias;
- a la Grindelia Glutinosa o Palaucupatli, en México;
- a la Thuaria Chilensis, en Chile.

Los datos arqueológicos que poseemos sobre el incienso se remontan al Valle del Nilo: en los Templos de Deir el-bahari se pueden observar inscripciones con dibujos de rituales netamente esotéricos, donde son más que evidentes las nubecillas del humo del incienso. hace alrededor de XXXV siglos atrás, los egipcios viajaban al país de To-Nuter paras buscar incienso. Las historias narran que el rey Rama-Ka llevó a su tienda arbolitos pequeños de incienso, los sembró cuidadosamente a la hora precisa, bajo los augurios estelares y logró de esta forma perfectos y esbeltos árboles de excelente madera y gomorresina. Los fenicios, por su parte, siendo grandes navegantes y comerciantes, llevaban siempre en sus navíos leños de incienso para comerciar con el mundo conocido.


Más datos históricos sobre el incienso, tenemos a partir de los relatos de Alejandro Magno: se cuenta que al tomar la ciudad de Gaza, acumuló entre los preciosos objetos del botín de guerra 500 talentos de incienso y 100 de mirra. Por su lado, Estrabón nos narra cómo se hacían las transacciones comerciales con Arabia, la zona del Mar Rojo y hasta China, en búsqueda del tan preciado incienso. También Dioscórides y Plinio citan en sus obras acerca del auge que tuvo el incienso en los templos de los tiempos de la Roma Imperial.

Historia del Incienso II


Uno de los datos más notables proviene de Nerón, se dice que habría quemado impresionantes cantidades de incienso ante el sepulcro de Popea. En la mitología grecorromana también está presente el incienso: Leucotoe, la hija de Arcamo y de Eurinoma, se entregó en amores al bello y codiciado Apolo. Cuando Arcamo supo de tal deshonroso acontecimiento, la enterró viva llevado por la mayor ira. pero el dios Sol, para honrar a la infeliz criatura enterrada viva, la convirtió en un frondoso árbol de incienso.

Por esto, se tiene también que,  astrológicamente, los planetas que rigen a este sagrado árbol son el Sol y su Hijo Predilecto, Júpiter; por lo tanto el signo zodiacal que le corresponde es Leo.

Tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, aparecen gran cantidad de menciones sobre el incienso, así tenemos que en Éxodo 30:1 se le indica a Moisés que debe hacer un altar separado, de madera de acacia, para quemar incienso. Más adelante, en Éxodo 30:7 dice textualmente: "Y Aarón quemará incienso aromático sobre él (el altar); cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará". Y hasta hay una gran advertencia o sentencia, según cómo se lo mire, en Éxodo 30:9 "No ofrecerás sobre él incienso extraño".

Antes hablamos de las falsificaciones y el uso de Juniperus Lycia o Juniperus Thurifera para remplazar al incienso; hay que agregar además que los adulteradores siempre han tratado de abaratar costos y se han valido aun del uso de resinas de coníferas a tal efecto, pero así también se contamina el incienso. Hoy en día llamamos al verdadero incienso "incienso macho", en tanto que a las adulteraciones e inciensos artificiales les decimos "incienso hembra". Este último carece absolutamente de funciones mágicas y sólo sirve para aromatizar un ambiente, de la misma manera que lo hace un desodorante ambiental en aerosol.

Volviendo al Antiguo Testamento, encontramos en el Salmo 141:2 una comparación entre el ascenso del humo de incienso y la elevación de las plegarias: "Suba mi oración delante de ti como el incienso". De igual forma, aparece el incienso en Deuteronomio 33:10, cuando Moisés bendice las doce tribus de Israel: "...Pondrán delante de ti y en holocausto sobre el altar". Otro dato, acerca del incienso en el Antiguo Testamento, lo podemos leer en Levítico 16:12-13, cuando el día de la expiación; cito:

"Después tomara un inciensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos de perfume aromático molido, y lo levará detrás del velo. Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá
el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no se muera".

En esta cita hay una descripción muy interesante, ya que se dice "perfume aromático molido": muchas son las técnicas que utilizaban (y aun hoy utilizan) los balsameros, perfumistas y ungüentarios; algunos términos usados por ellos, a causa de la vulgaridad y así, por ejemplo, cuando hablamos de pócima (lo cual significa estrictamente: cocimiento de substancias vegetales para ser ingeridos y que posee efectos medicinales curativos), la medianía imagina de inmediato a algún hechicero preparando algo terrible. Pero aquí, en el Antiguo Testamento bien se nombra el polvo de incienso. En realidad, la pulverización de hojas, tallos, raíces,  cortezas o gomorresinas, como en nuestro caso, sirve para fines terapéuticos, para facilitar la ingesta y normalmente se lo encapsula, de modo tal que pase a través del estómago sin afectarlo y se difunda en el intestino al disolverse la cápsula, cuya función es la de proporcionar un vehículo al polvo. pero en el texto bíblico, la pulverización no significa la labor medicinal, sino ritual, a tal efecto, pulverizar una gomorresina implica que ésta será utilizada en perfectas y correctas proporciones.


Historia del Incienso III


En el Nuevo Testamento también aparece el incienso en notables acontecimientos: cuando la visita de los Magos a Jesús recién nacido: "Y al entrar a la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro,
incienso y mirra
". Incienso, el símbolo de el Sol y del Hijo del Sol, Júpiter, el esplendor de la Luz Mayor, y la mirra, pariente cercano del incienso, es el perfume de Hermes Trismegisto. Una ofrenda similar a la de los Magos, hizo el Rey sirio Seteuco Callinico II, cuando obsequió al templo de Apolo de Mileto, mirra y más de diez talentos de incienso. Al igual que el incienso, la mirra debe ser recolectada, como explica Scribonias, y preparada según los ritmos astrales.
Tan importante ha sido considerado el incienso, que Herodoto, padre de la historia, nos cuenta sobre la gran derrota de los árabes frente a Darío, y que como tributo de guerra, obligó a éstos a que pagasen anualmente mil talentos de incienso. Pero retornemos al Nuevo Testamento. En el libro de las Revelaciones o Apocalipsis de San Juan (8:3-5), el Séptimo Sello, leemos:

"Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un inciensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar
de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del inciensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra,
y hubo truenos y voces, relámpagos, y un terremoto".

El texto citado, como dijimos antes pertenece a la narración sobre el Séptimo Sello: El número siete simboliza la organización, la producción, el triunfo la fecundidad. Abrir el Séptimo Sello es abrir lo que los orientales llaman "El Loto de Mil Pétalos". El inciensario de oro simboliza el corazón de Iniciado, donde debe arder el incienso, que es servicio y amor.

El humo del incienso, es a su vez, la alegoría del servicio impersonal y desinteresado, que lo impregna todo, y propiamente el "mucho incienso" significa la gloria de haber obtenido una mente pura y un corazón amoroso, devenidos del esfuerzo propio del servicio altruista. Tenemos así mismo, la comprensión de este símbolo en el ritual corto del Rito de Menphis-Misraim: se encienden las luces y el H.·. Experto pone en un inciensario el Perfume Sagrado: una mezcla en correctas proporciones de incienso, benjuí y azúcar. y el V.·. M.·. anuncia:

"Que este perfume de suave aroma, apacigüe nuestras almas, atenúe nuestras pasiones y nos torne fraternales, elevando nuestros espíritus y corazones".

Aquí se nombra al benjuí, palabra derivada de Lubon Djanvi, y que con el paso del tiempo y por rotación consonántica y vocálica, devino en "benjuí". Ibn Batuta lo llamó "incienso de Java y Sumatra". El benjuí es un aroma típico del cuatrocento y del Renacimiento, veamos por ejemplo algunos sucesos: en el año 1461 el Sultán de Egipto, Melech Elmaydi, despachó al dux de Venecia, Pascual Malispiero, un cargamento del preciado benjuí, entre otros regalos. Otra anécdota, pero del año 1476, nos habla de un obsequio realizado por el Sultán de
Egipto Kaitbei, que constaba de 15 libras de benjuí, a la bella Catarina Cornaro, de Venecia.

También del Sultán Kaitbei recibiría Lorenzo el Magnífico, de Florencia, un cargamento de benjuí como mágico presente. Fray Zuambatista nos dice sobre el benjuí, que es uno de los sahumerios más codiciados. Y en una antigua apotheca o botica de Brunswick, se mantiene la antigua tradición de llamar al benjuí como Asa Dulcis. Se dice que donde brilla la Luz del Arte hay volutas de benjuí, así pues tenemos en el Templo masónico la tríada incienso - benjuí -azúcar. En las evocaciones teúrgicas, por ejemplo, se utilizan siete partes de incienso, tres partes de estoraque, tres partes de benjuí y dos partes de enebro.

La mejor gomorresina del incienso proviene de árboles que hayan sido plantados en zonas donde los suelos no sean calcáreos. Bien hay que tener en cuenta cuál es el "alimento" de nuestros arbolitos de incienso, del mismo modo que tenemos en cuenta cuáles son nuestros alimentos.


Historia del Incienso IV

Todos conocemos las bellas y cautivantes historias, muy profundas por cierto, del libro "Las Mil y Una Noches". A lo largo de toda la obra se mencionan las virtudes aromáticas del incienso; veamos algunas citas: "Entré por fin, y me encontré en una espaciosa sala, con el suelo cubierto de azafrán y alumbrada por bujías perfumadas de ámbar gris e incienso y por magníficas lámparas de plata y oro llenas de aceite aromático..." (Historia del Tercer Calender). En otra parte de esta monumental obra, encontramos: "Después se detuvo en casa de un destilador y compró diez clases de aguas: de rosas, de azahar y otras muchas, y varias bebidas embriagadoras, como así mismo un hisopo para aspersiones de agua de rosas almizcladas, granos de incienso macho, palo de áloe, ámbar gris y almizcle, y finalmente velas de cera de Alejandría". Después de leer estas frases, quién no se queda extasiada, pensando en las aromáticas noches mágicas de Medio Oriente de aquellos tiempos, donde abundaban las nubecillas y suaves vapores perfumados que deben haber atrapado los más sutiles sentidos de más de un visitante a estas tierras.

Pero volvamos a la realidad y al análisis del texto: de los párrafos anteriores se desprende cuán activo era el comercio de gomorresinas, esencias, ungüentos, etc., tanto vegetales como animales (se mencionan aquí el almizcle y el ámbar gris); como explicamos antes, existían (y aún existen) falsificadores, capaces de reproducir con sustancias artificiales, a las verdaderas esencias, o directamente suplantarlas por similares; de ahí, que encontremos la aclaración en la cita: "granos de incienso macho". Como en todas las profesiones, también los balsameros, perfumistas, ungüentarios, destiladores, etc. tenían leyes y reglamentos que cumplir, y quien no se atuviese a las mismas, era castigado con la pena de expulsión de la Cofradía.

Veamos algunas de las leyes:

1.- El ungüentario o balsamero debe respetar al Creador y cumplir con sus preceptos;
2.- Para ser aceptado como balsamero debe ser iniciado en los misterios de Isis y Osiris;
3.- Hierbas y resinas deben ser recolectadas, transportadas, almacenadas y/o envasadas siguiendo preceptos herméticos determinados e inviolables;
4.- Quien osase adulterar por agregado de otras sustancias los preparados será expulsado de la Cofradía;
5.- El Iniciado debe saber rezar tanto en una sinagoga, como en una iglesia,
mezquita o pagoda...


Recordemos como ejemplo de castigo al neófito, que osa utilizar un ungüento que aún desconoce en sus funciones mágicas, el excelente libro (iniciático) de Apuleyo, el Asno de Oro, y a la diosa Isis como dadora de la libertad tan ansiada de la animalidad, iniciación mediante. El verdadero balsamero o ungüentario era ante todo un Iniciado, un miembro de una fraternidad a la que debía respetar y cuyos secretos debía custodiar frente a los ojos curiosos profanos. Las barreras externas que impiden la manifestación de la unidad, como lo son, en muchos casos las religiones, quedaban eliminadas en la Cofradía, al concebirse a Aquel a Quien vagamente se le denomina Dios, como "Creador"; y saber rezar en todos los templos es comprender que tras la multiplicidad existe la síntesis en la unidad. Acerca de este tema, el gran genio Papus, nos comenta:

"El magista ha de mantener su independencia de criterio dentro de todos los cultos, igualmente dignos de respeto (aquellos que están dentro de la magia blanca). Cada raza, cada pueblo sintetiza sus aspiraciones psíquicas en un culto, y de este modo, cada culto viene a estar animado por una vivificadora partícula de la verdad única".

Además del excelso sentido fraternal y de unidad de los cofrades, el balsamero debía conocer las alteridades religiosas por los problemas de separatividad que desde lejos han existido; tengamos en cuenta que un buen comerciante debe satisfacer las demandas de la ecléctica clientela y, si debía viajar en busca de las tan preciadas esencias, debía conocer las costumbres de los pueblos que visitaba -y las costumbres religiosas se mixturan y matizan
de las mundanas y viceversa. Otro aspecto a tener en cuenta es que los balsameros y ungüentarios no sólo fabricaban y comerciaban sus productos, sino que a su vez eran consultados en los usos de los mismos y ésta es otra razón más para "saber rezar" en
todos los templos.

El Kamasutra nos enseña algo acerca de quiénes pueden ser consultados. La cita que transcribimos a continuación pertenece al capítulo "Del aderezo; de la seducción de los corazones; y de las medicinas tónicas", a saber:


"Los medios de producir el amor y el vigor sexual vienen enseñados por la ciencia médica, por los Vedas, por las personas iniciadas en las artes mágicas y por los parientes o amigos. Nunca debe probarse ningún medio de efecto dudoso, capaz de deteriorar el cuerpo, que implique la muerte de animales y ponga en contacto con cosas impuras. Los únicos medios que deben emplearse deben ser santos, eficaces y aprobados por los brahamanes y amigos".

Historia del Incienso V

Además de ser el incienso ampliamente mencionado en la literatura oriental, encontramos también en los clásicos latinos y griegos, como ya dijimos en el mail anterior, amplias y excelentes referencias sobre el tema. Uno de los escritores latinos más exquisitos es Virgilio, él nos narra en el libro II de Geórgicas: "los árboles tienen distintas patrias: únicamente la India produce el negro ébano; las varitas de incienso sólo se encuentran en Saba “¿Qué voy a decirte del bálsamo destilado por un aromático tronco o de las bayas del siempre frondoso acanto?". También, pero en el libro I de Geórgicas, Virgilio nos habla de la procedencia del incienso y dice: "¿No ves cómo el Tmolo nos hace llegar aromas de azafrán, la India, marfil; la sensual Saba, sus inciensos...?". El Antiguo Testamento, en Isaías 60:6, le asigna la misma procedencia: "Multitud de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa; vendrán todos los de Saba; traerán oro e incienso y publicarán alabanzas de Jehová." Siguiendo con el libro II de Geórgicas de Virgilio, encontramos una cita sobre el incienso que nos llamó mucho la atención, por haber establecido a la mítica isla de Pancaya como productora de incienso, veamos que nos dice él mismo:

"Pero ni las florestas de los medos, tierra riquísima, ni el hermoso Ganges, ni el Hermo, turbio por el oro, pueden competir en sus alabanzas con Italia, ni tampoco Bactra, ni los indos, ni Pancaya, rica toda ella en tierras productoras de incienso."

En el discurso original en latín leemos: "Totaque thuriferis Panchaia pinguis arenis"; indudablemente, a la par de la Boswellia, debe haber abundado la Juniperus thurifera, y ésta última, como ya sabemos, no es el verdadero árbol productor de la aromática
gomorresina; es sólo un falso sustituto. No es éste, sin embargo, el dato que nos ha llamado la atención, sino como bien dijimos antes, es el lugar geográfico, donde Virgilio establece las plantaciones de los árboles en cuestión. Parece ser que la mítica tierra de Pancaya habría existido en verdad y que fue parte del conjunto de islas que conformaron al desaparecido continente de la Atlántida. Existen múltiples voces que se alzaron antaño, para darle
una ubicación geográfica precisa a la isla de Pancaya; Diodoro Sículo dice: "Pancaya Isla del océano Arábigo" y la define como famosa por ser muy visitada por los navegantes y mercaderes que viajaban a la India, Escitia y Creta, y además hace la misma observación que Virgilio: "rica en incienso".

Por otro lado, los datos que nos da Plinio no concuerdan con los de Diodoro Sículo, porque asevera que Pancaya estaba en Egipto, cerca de Heliópolis. Tampoco Pomponio Mela coincide con los lugares citados, según él, Pancaya estaba situada en la tierra de los Trogloditas. Otro testimonio más sobre la ubicación de esta exótica isla, nos la da Servio, quien siguiendo el relato de Virgilio, termina ubicándola en la "Arabia Feliz".

Tomando como verídico el relato de Platón acerca de la existencia del viejo continente de la Atlántida y ya no como una lección alegórica de lo que nos podría pasar si seguimos diezmando los recursos naturales y contaminando el planeta, como realmente se está haciendo, hay un dato muy interesante y que nos deja perplejos, y es que a esta isla atlante, se la designa como patria del Ave Fénix. Si el mito habrá nacido en Pancaya o si el Ave Fénix
necesitaba una idéntica maravillosa patria, según su idiosincrasia, no lo podemos saber; pero lo cierto es que Pancaya no ha sido olvidada por escritores y poetas; así es como Miguel de Cervantes Saavedra, en su famosísima e iniciática obra "Aventuras del ingeniosos hidalgo Don Quijote de la Mancha", la nombra como espacio geográfico, al igual que el eximio poeta Francisco de Quevedo:

"Yo, en tanto, desatado
en humo, rico aliento de Pancaya,
haré que, peregrino y abrasado,
en busca vuestra por los aires vaya,
recataré del sol la lira mía
y empezaré a cantar muriendo el día."

(Poemas Amorosos - Himno a las Estrellas - Silva)

Sabemos perfectamente que la metáfora "desatado en humo, rico aliento de Pancaya" define al incienso. Muchos son los que miran a los poetas con un cierto aire de desprecio, porque
no los consideran como legítima fuente de conocimientos y menos aún como fuente de datos científicos certeros. Si todos los investigadores hubiesen observado a los antiguos poetas de éste modo, aún no habrían salido a la luz ni Troya, ni Micenas; Heinrich Schliemann (1822 - 1890) tomó el relato de Homero como verídico y comprobable y obtuvo el grandioso descubrimiento.

Quien es balsamero, ungüentario, destilador, perfumista, magista, etc. debe seguir nueve reglas básicas que se complementan con las leyes antes mencionadas de la Cofradía:


1.- La creencia en un Dios inmortal, inmaterial, omnipotente y omnisciente, como creencia esotérica.
2.- El hombre frente al otro hombre en condición de igualdad.
3.- El término griego "microcosmos", para expresar que el hombre es un universo en pequeño dotado de agua, aire, tierra, fuego y provisto de un alma inmortal.
4.- La creencia de que el espíritu misericordioso de sabiduría, sopla donde quiere.
5.- La existencia de un derecho natural, eterno e inmutable (como dice Ulpiano, o reglas de valor universal como lo son los Diez Mandamientos o el Noble Óctuple Sendero).
6.- La creencia en la remota Atlántida como arcano del Saber, según Platón.
7.- las obras materiales del arte, como útiles y necesarias para la transmisión de valores arquetípicos.
8.- El cuerpo es el templo del espíritu.
9.- La receptividad y la meditación como medios del conocimiento.

Como hemos visto, la regla 6), nos habla también del desaparecido territorio de la Atlántida; quizás algún día buceando en las profundidades de las fosas oceánicas u observando con mayor detenimiento y atención enfocada a nuestro alrededor, encontremos algún vestigio de esta mítica civilización y demos la razón a Platón y por lo tanto a Diodoro Sículo, a Virgilio y a Quevedo, sobre la existencia de la isla de Pancaya, de frondosos árboles de incienso
y patria de la misteriosa Ave Fénix.