lunes, 28 de febrero de 2011

Historia del Incienso III


En el Nuevo Testamento también aparece el incienso en notables acontecimientos: cuando la visita de los Magos a Jesús recién nacido: "Y al entrar a la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro,
incienso y mirra
". Incienso, el símbolo de el Sol y del Hijo del Sol, Júpiter, el esplendor de la Luz Mayor, y la mirra, pariente cercano del incienso, es el perfume de Hermes Trismegisto. Una ofrenda similar a la de los Magos, hizo el Rey sirio Seteuco Callinico II, cuando obsequió al templo de Apolo de Mileto, mirra y más de diez talentos de incienso. Al igual que el incienso, la mirra debe ser recolectada, como explica Scribonias, y preparada según los ritmos astrales.
Tan importante ha sido considerado el incienso, que Herodoto, padre de la historia, nos cuenta sobre la gran derrota de los árabes frente a Darío, y que como tributo de guerra, obligó a éstos a que pagasen anualmente mil talentos de incienso. Pero retornemos al Nuevo Testamento. En el libro de las Revelaciones o Apocalipsis de San Juan (8:3-5), el Séptimo Sello, leemos:

"Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un inciensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar
de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del inciensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra,
y hubo truenos y voces, relámpagos, y un terremoto".

El texto citado, como dijimos antes pertenece a la narración sobre el Séptimo Sello: El número siete simboliza la organización, la producción, el triunfo la fecundidad. Abrir el Séptimo Sello es abrir lo que los orientales llaman "El Loto de Mil Pétalos". El inciensario de oro simboliza el corazón de Iniciado, donde debe arder el incienso, que es servicio y amor.

El humo del incienso, es a su vez, la alegoría del servicio impersonal y desinteresado, que lo impregna todo, y propiamente el "mucho incienso" significa la gloria de haber obtenido una mente pura y un corazón amoroso, devenidos del esfuerzo propio del servicio altruista. Tenemos así mismo, la comprensión de este símbolo en el ritual corto del Rito de Menphis-Misraim: se encienden las luces y el H.·. Experto pone en un inciensario el Perfume Sagrado: una mezcla en correctas proporciones de incienso, benjuí y azúcar. y el V.·. M.·. anuncia:

"Que este perfume de suave aroma, apacigüe nuestras almas, atenúe nuestras pasiones y nos torne fraternales, elevando nuestros espíritus y corazones".

Aquí se nombra al benjuí, palabra derivada de Lubon Djanvi, y que con el paso del tiempo y por rotación consonántica y vocálica, devino en "benjuí". Ibn Batuta lo llamó "incienso de Java y Sumatra". El benjuí es un aroma típico del cuatrocento y del Renacimiento, veamos por ejemplo algunos sucesos: en el año 1461 el Sultán de Egipto, Melech Elmaydi, despachó al dux de Venecia, Pascual Malispiero, un cargamento del preciado benjuí, entre otros regalos. Otra anécdota, pero del año 1476, nos habla de un obsequio realizado por el Sultán de
Egipto Kaitbei, que constaba de 15 libras de benjuí, a la bella Catarina Cornaro, de Venecia.

También del Sultán Kaitbei recibiría Lorenzo el Magnífico, de Florencia, un cargamento de benjuí como mágico presente. Fray Zuambatista nos dice sobre el benjuí, que es uno de los sahumerios más codiciados. Y en una antigua apotheca o botica de Brunswick, se mantiene la antigua tradición de llamar al benjuí como Asa Dulcis. Se dice que donde brilla la Luz del Arte hay volutas de benjuí, así pues tenemos en el Templo masónico la tríada incienso - benjuí -azúcar. En las evocaciones teúrgicas, por ejemplo, se utilizan siete partes de incienso, tres partes de estoraque, tres partes de benjuí y dos partes de enebro.

La mejor gomorresina del incienso proviene de árboles que hayan sido plantados en zonas donde los suelos no sean calcáreos. Bien hay que tener en cuenta cuál es el "alimento" de nuestros arbolitos de incienso, del mismo modo que tenemos en cuenta cuáles son nuestros alimentos.


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