Uno de los datos más notables proviene de Nerón, se dice que habría quemado impresionantes cantidades de incienso ante el sepulcro de Popea. En la mitología grecorromana también está presente el incienso: Leucotoe, la hija de Arcamo y de Eurinoma, se entregó en amores al bello y codiciado Apolo. Cuando Arcamo supo de tal deshonroso acontecimiento, la enterró viva llevado por la mayor ira. pero el dios Sol, para honrar a la infeliz criatura enterrada viva, la convirtió en un frondoso árbol de incienso.
Por esto, se tiene también que, astrológicamente, los planetas que rigen a este sagrado árbol son el Sol y su Hijo Predilecto, Júpiter; por lo tanto el signo zodiacal que le corresponde es Leo.
Tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento, aparecen gran cantidad de menciones sobre el incienso, así tenemos que en Éxodo 30:1 se le indica a Moisés que debe hacer un altar separado, de madera de acacia, para quemar incienso. Más adelante, en Éxodo 30:7 dice textualmente: "Y Aarón quemará incienso aromático sobre él (el altar); cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará". Y hasta hay una gran advertencia o sentencia, según cómo se lo mire, en Éxodo 30:9 "No ofrecerás sobre él incienso extraño".
Antes hablamos de las falsificaciones y el uso de Juniperus Lycia o Juniperus Thurifera para remplazar al incienso; hay que agregar además que los adulteradores siempre han tratado de abaratar costos y se han valido aun del uso de resinas de coníferas a tal efecto, pero así también se contamina el incienso. Hoy en día llamamos al verdadero incienso "incienso macho", en tanto que a las adulteraciones e inciensos artificiales les decimos "incienso hembra". Este último carece absolutamente de funciones mágicas y sólo sirve para aromatizar un ambiente, de la misma manera que lo hace un desodorante ambiental en aerosol.
Volviendo al Antiguo Testamento, encontramos en el Salmo 141:2 una comparación entre el ascenso del humo de incienso y la elevación de las plegarias: "Suba mi oración delante de ti como el incienso". De igual forma, aparece el incienso en Deuteronomio 33:10, cuando Moisés bendice las doce tribus de Israel: "...Pondrán delante de ti y en holocausto sobre el altar". Otro dato, acerca del incienso en el Antiguo Testamento, lo podemos leer en Levítico 16:12-13, cuando el día de la expiación; cito:
"Después tomara un inciensario lleno de brasas de fuego del altar de delante de Jehová, y sus puños llenos de perfume aromático molido, y lo levará detrás del velo. Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de Jehová, y la nube del perfume cubrirá
el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no se muera".
En esta cita hay una descripción muy interesante, ya que se dice "perfume aromático molido": muchas son las técnicas que utilizaban (y aun hoy utilizan) los balsameros, perfumistas y ungüentarios; algunos términos usados por ellos, a causa de la vulgaridad y así, por ejemplo, cuando hablamos de pócima (lo cual significa estrictamente: cocimiento de substancias vegetales para ser ingeridos y que posee efectos medicinales curativos), la medianía imagina de inmediato a algún hechicero preparando algo terrible. Pero aquí, en el Antiguo Testamento bien se nombra el polvo de incienso. En realidad, la pulverización de hojas, tallos, raíces, cortezas o gomorresinas, como en nuestro caso, sirve para fines terapéuticos, para facilitar la ingesta y normalmente se lo encapsula, de modo tal que pase a través del estómago sin afectarlo y se difunda en el intestino al disolverse la cápsula, cuya función es la de proporcionar un vehículo al polvo. pero en el texto bíblico, la pulverización no significa la labor medicinal, sino ritual, a tal efecto, pulverizar una gomorresina implica que ésta será utilizada en perfectas y correctas proporciones.
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